13 dic 2020

Dieu des amours!

Uno. Si pareciera que me levanto, debe ser que yo mismo me levanto un rato, porque de otro modo no parecería que me levanto tanto. Uno. 

Dos. Escucho el golpeo de la lluvía en los cristales de mi ventana, la misma desde la que ladraba tu nombre por si te acordabas, dos sólo por si acaso. 

Tres. Pero te has ido sin decir palabra y los millones de besos tres que te daba forman ya parte de un apartamento helado, carcajadas sinceras, miradas de cuando éramos peces, pangea y un buen montón de cigarrillos apagados. Tres. 

Cuatro, busco con la música alta ahuyentar tus recuerdos que maldigo, pero no consigo más que dibujar dos ríos cuatro en mi cara. La cicatriz va desde el estómago al alma y nuestras canciones suenan a requiem de mediodía y cuatro. 

Uno, dos, tres, cuatro, tanto, pero me levanto, me cuesta tanto pero me levanto; uno, dos, tres, cuatro, tanto, no creas que no siento aún el eco de tus abrazos contra mi alma temblorosa, aún tiemblo tanto, uno, dos, tres, cuatro, y me quedo quieto en medio del pasillo porque escucho mi nombre que salió tantas veces, tanto, de tus labios una y otra vez, y dos, y tres, y cuatro. Tu pasas página mientras yo soy una hoja rota llena de historias, esas historias que todos sueñan y que se van lentamente desaciendo en el café de cada lunes por la mañana cuando me levanto.


 

17 feb 2012

disyuntiva

Levántate y piensa. Jamás unas palabras tan leves fueron tan reveladoras. Hoy tengo frente a mí dos caminos; uno me lleva hacia negocios mujeres y coches y seguramente una extremada vejez prematura; la otra me pide guerra, austeridad, literatura y algún viaje con mi ortodoxia a cuestas. Ambas llegan tarde, lo sé, pero mañana puede ser aún más peligroso.

Investigando te encuentro por las calles de la maldita Madrid, con otra vida a la espalda, lejos los tiempos de Salou y el puto frío que se te mete. Tu no lo quieres,ni pretendes, pero sigues espoleando a lo lejos mi rabia más creativa. Por ti lo mandé todo (y a todos) a la mierda, y por ti los mandaría mil veces. Un minuto a tu lado es el pasar de mil vidas. Todo creatividad.

Yo ando jugando con mis huesos, mis balas vacías, mis lamentos. Esta es mi gran disyuntiva.
La utopía del Perro Delgado. Mezcla sucedánea de Rimbaud y Leopoldo Maria Panero. Mejor me jodo allá, en el suelo, allá debajo, en aquello que llaman infierno.

Perro Delgado

30 nov 2011

Lástima

Las cinturitas de avispa están tan actualizadas que pasando de moda despiertan recelos entre los ojos sangrientos de hombres salidos a cada esquina. Y yo, que fuí defensor del infierno entre los coros más celestiales, corruptor de poesías, olvidante de trenes, despierto de mi letargo y me digo, entre retazos de ideas, que los tiempos están cambiando, pero no tanto.
Lo siento por los que se creen modernos, cools o níquel. Acabareis más temprano babeando de lo que sospechaís.
Lástima

peligro; hundimiento y pecados


La vida mata. La vida jode, extorsiona, disipa, estrangula y mata. La vida, además, en algunas facetas, sonríe y alegra, entusiasma, goza y mata.
Una vez sentados y asertivos, una vez aceptados los preceptos que el destino nos otorga, es el momento de alzar la vista y los ojos pegados al techo, apretar los dientes y disfrutar de lo que se pueda. Peligro; hundimiento.
Las decisiones que tomas a cada paso pueden ser las amargas cuestiones con las que lidiar el resto de tus días.
Amigos; no se tomen las cosas con ligereza aunque no siempre es conveniente reflexionar, el instinto sigue siendo válido, óptimo, acertado.
Peligro.



Perro Delgado & Malacara

16 nov 2011

York, champaña, ojos


El champaña llega a la 308. Me levanto ansioso hasta la puerta y un camarero joven y sonriente me medio felicita tras la propina de 20 dólares. Mientras, yo le cierro con desparpajo en las narices y me giro con la botella cavernet entre las manos para verte. Tu, que anoche fuiste capaz de pararme el tiempo, apenas sales de la ducha con un albornoz de hotel blanco y mirando al suelo. Puede que te sientas culpable. Puede que algo haya cambiado. Lo confirman los besos, ya no son como los de antes; lentos, leves, intensos y frágiles. Trato de que nos socorra el alcohol y sirvo dos copas, es el mismo cabrón que unas horas antes nos arrojó a los brazos del otro, pero ya no actúa igual. Lo noto, y sé que tu lo notas, aunque a pesar de eso ambos finjamos que todo sigue igual. Y te beso.

A mi, la sangre me hierve lo mismo porque he desechado la mala conciencia sin decirle nada a nadie, lo hice anoche, justo cuando dejamos a tu Javier en casa y me pediste que te llevara, mientras me mirabas quemando los ojos y el alma del que escribe. Pero ahora se trata de salir del envite, de no pasarlo mal, de no dejarnos vencer por el sabor amargo y perverso de los besos y el sexo prohibido.

Sé, o imagino, que no se volverá a repetir lo de anoche, me lo dicen tus gestos inseguros y arrepentidos, y yo capto el mensaje. No seré quien te ponga en apuros, aunque para mi fuese algo especial y sincero que había soñado años y noches a solas. Mejor nos vestimos, es tarde. Si, tienes razón, es lo mejor, y me jodo mientras el mundo me gana el pulso y debe volver a rodar.

A la salida, dos manzanas antes de tu casa, un beso medio en la mejilla y ninguna mirada a los ojos buscándonos lo peces que fuimos en un pasado. Y un golpe fuerte de una puerta que se cierra, es la del coche, pero la siento intensa como si mi corazón cayera poco a poco hecho pequeños cristales imposibles de recomponerse jamás, y tu cintura de espaldas, alejándose, sin sentir la misericordia de un saludo, cualquier gesto, algo que yo pueda significar continuo para seguir viviendo.

Son las nueve, ya tarde, la cena no pasó de mi garganta y se la cambio por bourbon al mismo camarero de la sonrisa, aunque éste ya no ríe a pesar de la propina. Mejor continuo en la habitación, no me apetece gente y ruido, quiero acabar con la botella y los cigarrillos americanos antes de que las lágrimas que guardo de niño me ganen el territorio. Al poco suena la puerta, dos golpes suaves, y abro, y me dices a los ojos; esto es lo que hay... mientras me besas.

PD: ¿Qué hago? ¿Maldigo New York?

Perro Delgado & Malacara

4 nov 2011

El más triste síntoma

Malacara viene a ser lo que pongo por las mañanas y me sale por las canas. Enfrente del espejo, con licenciaturas varias y sin trabajo, me toco con desparpajo la bolsita de los cojones y me desahogo. A veces lanzo un grito, otras un exceso de algo y trago con el día como si un dulce amargo fuera. Luego salgo a caminar por las calles de tu ciudad, preguntándome si para entonces sigo vivo o muerto voy, caminando por las calles de tu ciudad.

Siempre fue difícil ser poeta, pero hoy aún me callo. Ya no dispongo de metralla, de bolis, papel ni ganas. Las ganas se me fueron por el retrete con la resaca de anteayer. Ya no me mueve ni el sexo, bendito placer momentáneo y triste como los perros delgados después de eyacular. Tampoco me mueve cualquier idea de esas vagas, que otros convierten en leitmotiv alemán mercedes y swarovski cristal de la misma Austria.

El caso es que, acojonado ante la locura que me llama, el desasosiego de las prisas de tu ciudad, junto con la ventana suicida de esta décima planta. Prefiero teclear un punto y seguido. La peor enfermedad; la locura, lo más jodido; la frustración, el dolor más perverso; la culpa, el más triste síntoma; escribir como un Perro Delgado. Veinticinco lluvias en un abril mediodía. Goteo martillo de canales.

Perro Delgado & Malacara

Dieu des amours!

Uno. Si pareciera que me levanto, debe ser que yo mismo me levanto un rato, porque de otro modo no parecería que me levanto tanto. Uno.  Dos...